🔥💥ÁNGELA AGUILAR SUFRE TERRIBLE ACCIDENTE DE AUTO TRAS DISCUSIÓN CON NODAL AL SABER EL BESO DE CAZZU…

Ha ocurrido una terrible tragedia tras la fuerte discusión telefónica que enfrentaron Ángela Aguilar y Cristian nodal.

Crees que Ángela se merecía este accidente por culpa de nodal o tiene su merecido por robamaridos?

Vamos a contarte todo, pero antes Recuerda: si quieres que Ángela se salve, suscríbete ahora y dale a me gusta.

Ángela es joven y tiene toda la vida por delante y no se merece esto.

Escucha Atentamente.

La lluviosa noche era densa y cargada de un Silencio sofocante.

En la casa de Cristian noal, situada en algún Rincón apartado de Texas, una luz tenua iluminaba la escena del desastre.

La puerta principal estaba abierta de par en par y en el interior, un caos de cristales rotos y muebles desplazados llenaba la sala.

La tensión aún vibraba en el aire como las cuerdas de una guitarra desafinada, resonando con Ecos de una disputa que aún no se disipaba del todo.

Ángela Aguilar había salido su cilueta difuminándose bajo la pálida luz de la luna.

Sus pasos acelerados y furiosos haban resonado con fuerza en el porche de madera, dejando tras de sí un rastro de dolor y decepción.

Su corazón palpitaba con una mezcla de Furia y tristeza que la asfixiaba.

Apenas pudiendo contener las lágrimas que se agolpaban en sus ojos, se sentía traicionada, herida y, sobre, todo, perdida en el otro extremo de la casa, en el baño, Cristian nodal yacía en el suelo, rodeado de vidrios astillados y fragmentos de la silla que él mismo había arrojado contra la ventana.

Estaba desmayado una de sí mismo, con la piel pálida y el rostro hundido en una expresión de profundo dolor.

Había bebido más de la cuenta esa noche, intentando ahogar en alcohol la confusión que lo consumía, la misma que lo llevó a perder el control.

La imagen de casu besándolo en el hospital, las lágrimas de Ángela al descubrirlo y su propia incapacidad de manejar la situación se mezclaban en su mente como un torbellino de imágenes distorsionadas y emociones desbordadas.

En ese instante, la puerta se abrió con un chirrido desgarrador y la madre de Cristian apareció el rostro desencajado por la preocupación.

Al ver el desorden que la rodeaba, su corazón dio un vuelco.

Sus ojos buscaron frenéticamente a su hijo hasta que lo encontraron allí, tendido en el suelo, entre los cristales.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él ignorando los vidrios que crujían bajo sus zapatos.

Cristian, hijo, su voz era un susurro ahogado, temblando entre la desesperación y el pánico.

Lo sacudió suavemente con el alma en vilo Despierta.

Qué pasó?

Qué te hiciste, Cristian?

Abrió los ojos con dificultad, sus pupilas desorientadas y nubladas por el alcohol.

La realidad se presentaba borrosa ante él, pero el dolor en la mirada de su madre lo trajo de vuelta.

Intentó levantarse, pero un gemido de dolor escapó de sus labios.

Mamá susurró la voz rota.

Todo se fue al todo.

Qué pasó, hijo?

Repitió su madre, con el corazón encogido, acariciándole el rostro con manos temblorosas.

Dónde está, Ángela?

Por qué estás así?

Las lágrimas brotaron de los ojos de Cristian, Como si finalmente la presa de su alma se hubiese roto.

Apoyó la cabeza contra la pared, sintiendo el peso de su desdicha aplastarlo.

Ángela se había ido y no sabía si volvería.

No sabía si había algo que pudiera hacer para reparar el daño.

Ella se fue, mamá gimió cerrando los ojos con fuerza.

La perdí, creo que la perdí para siempre.

Pero qué pasó? volviste a tomar otra vez, insistió su madre, con el alma desgarrada, al verlo tan destrozado.

Hijo, dime la verdad, qué fue lo que hiciste.

Cristian tragó saliva, sintiendo el sabor amargo de la culpa y la desesperación en su garganta.

Su mente regresó al momento en que todo comenzó a desmoronarse: la visita al hospital, El encuentro con caso y ese maldito beso, un beso que él ni siquiera había querido, pero que lo había Atrapado en una red de Caos y confusión.

Ángela había presenciado todo y el dolor en su mirada Fue como un puñal que lo atravesó sin Piedad.

Casu balbuceo, el nombre, apenas un murmullo que se ahogó en su pecho.

Me besó en el hospital.

Ángela nos vio y después discutimos.

Le grité cosas horribles.

Ella lloró y yo yo no pude de detenerla.

Lo siento, madre, solo sirvo para cantar y tomar.

Soy un desastre con las mujeres.

Su madre lo miró horrorizada y al mismo tiempo compasiva.

Comprendía el peso de las palabras de su hijo, la magnitud de la traición que él mismo había propiciado, aunque fuera involuntariamente.

Le acarició el cabello con ternura, intentando transmitirle un poco de calma en medio de la tormenta.

Cristian, qué es lo que quieres, hijo?

Quieres a Ángela, quieres acas, su le preguntó suavemente, intentando guiarlo a través de la maraña de sentimientos que lo consumían.

Cristian cerró los ojos, sintiendo el dolor atravesar su pecho Como un cuchillo.

Quería gritar, quería llorar, pero sobre todo Quería entenderse a sí mismo.

Ángela, era luz, era Esperanza, era todo lo que él había soñado alguna vez.

Pero caso era la sombra que lo atraía, la tentación que lo confundía.

No sabía a quién pertenecía su corazón y esa certidumbre lo estaba destrozando.

No lo sé, mamá admitió con un sollozo que resonó en la habitación vacía.

No sé qué hacer con Ángela.

Siento que puedo volar, pero con kasu me pierdo.

Me pierdo en algo que ni siquiera sé definir.

Tal vez tal vez ya sea demasiado tarde para cualquiera de las dos.

La madre lo abrazó con fuerza, sintiendo como su hijo se derrumbaba En sus brazos.

No había respuesta fácil.

No había camino claro para salir de esa tormenta en la que que él mismo se había sumergido.

Tienes que elegir, Cristian.

Le susurró su voz quebrada pero firme.

No puede seguir así.

No puedes seguir destruyéndose a ti mismo ni a las personas que amas.

Cristian asintió lentamente sus Lágrimas, mezclándose con el polvo y los cristales.

Era el momento de tomar una decisión, aunque le partiera el alma, porque, de una forma u otra, sabía que elegir significaba perder y no estaba seguro de poder soportar una pérdida más.

La noche avanzaba lentamente y en la casa destrozada de Texas, un hombre roto se aferraba al abrazo de su madre, buscando desesperadamente una tibo de esperanza.

En medio del caos de su propio corazón.

La lluvia caía con fuerza a través de las carreteras vacías mientras Ángela Aguilar conducía sin rumbo.

El motor del auto ronroneaba suavemente, pero su respiración era un caos de jadeos entrecortados.

La noche Se cernía como un manto oscuro a su alrededor y las lágrimas ardientes y saladas caían sin cesar por sus mejillas.

Cada lágrima era un recordatorio del dolor profundo que sentía, como si cada una le arrancara un pedazo de su alma.

El volante temblaba bajo sus manos, que se aferraban con desesperación, como si temiera perderse en el Abismo de su propio sufrimiento.

De repente, el sonido de su teléfono rompió.

El silencio sepulcral del auto era Cristian.

Su nombre parpadeaba en la pantalla y por un segundo dudó.

Quería tirarlo por la ventana, quería ignorarlo, pero el corazón tan traidor como él la obligó a responder con manos temblorosas y el alma hecha pedazos, deslizó el dedo por la pantalla y llevó el teléfono a su oído.

Qué quieres, Cristian?

Acaso quieres triturar los pocos pedazos de corazón que me quedan?

Su voz salió rota, una mezcla de rabia y desolación.

Del otro lado, él suspiró profundamente.

Se notaba que estaba luchando por encontrar las palabras adecuadas, como si cualquier frase que dijera pudiera empeorar aún más la situación.

Ángela, mi amor, por favor, escúchame.

Su voz era apenas un murmullo cargado de arrepentimiento.

Lo siento tanto.

Lo siento con el alma.

No sabes cuánto me duele todo esto.

Yo no quería que las cosas terminaran así.

Ángela.

Apretó los dientes intentando no quebrarse, intentando mantener la poca dignidad que aún le quedaba.

Tú crees que un Lo siento va a arreglar?

Esto implicó su voz subiendo de tono con cada palabra.

Me hiciste pedazos, Cristian, me destruiste, Cómo se supone que deba sentirme yo.

Yo confié en ti.

Cristian cerró los ojos, sintiendo el peso de sus propias acciones aplastarlo.

Su cabeza aún daba vueltas.

El alcohol seguía nublando su juicio, pero la desesperación lo mantenía aferrado a esa llamada, como si fuera su última oportunidad de redimirse.

Ángela, por favor, No quería lastimarte, no sé ni pasó.

Fue, fue el maldito alcohol.

Mi amor, no era, yo, no estaba en mis cabales.

Ella soltó una risa amarga, un sonido que le heló la sangre a él.

Ah, claro, el maldito alcohol se burló sus labios curvándolo harta.

Ya no puedo con esto.

Dime por qué no dejas de beber de una vez, por qué no puedes parar de una buena vez.

Él sintió El golpe de sus palabras como un puñetazo directo al pecho.

Quería prometerle que cambiaría, que dejaría la bebida, Pero sabía que eso no sería suficiente.

No después de lo que ella había visto, no después de lo que ella había sentido.

Voy a dejar de beber, te lo juro.

Solo Dame otra oportunidad.

Mi amor suplicó el corazón, desmoronándose con cada segundo que pasaba, pero Ángela negó con la cabeza, aunque él no pudiera verla.

Sentía que su corazón ya no estaba en su sitio, como si se hubiera caído a algún Rincón oscuro de su pecho y no pudiera encontrarlo.

Estaba rota, completamente rota, y no había palabras que pudieran arreglarla.

Le dolía Tanto que apenas podía respirar.

Ya no sé qué es el amor.

Cristian confesó con voz trémula: ya no sé si siquiera tengo corazón.

Me siento vacía, me siento, me siento traicionada.

Nunca me habían lastimado tanto.

Nunca nadie me había hecho sentir así.

Tú, Tú me hiciste sentir que podía confiar y ahora, ahora ya no sé ni quién soy.

Cristian sintió como el alma se le desgarraba al escucharla hablar así.

No sabía qué más decir, como convencerla de que él la amaba, que nada de lo que había pasado con kasu tenía sentido para él.

Era como si hubiera estado Atrapado en una pesadilla y solo Ahora estuviera despertando.

Ángela, por favor, mi vida, Dame otra oportunidad.

Vamos a arreglar esto.

Dime Dónde estás, Voy a buscarte.

Hablémonos.

Me quitaste el suelo bajo los pies.

No sé qué hacer con mi vida ahora.

No sé si vale la pena seguir así.

Y su voz se quebró aún más.

Ya no sé quién soy, Cristian.

Me hiciste tanto daño que ya ni siquiera Si quiero volver a sentir algo.

Nunca pensé que alguien pudiera romperme así.

Cristian sintió que el corazón se le detenía.

Ella estaba sufriendo tanto y todo era su culpa.

Sentía ganas de arrancarse el alma del pecho y dársela, suplicarle de rodillas por su perdón, pero solo tenía su voz y su arrepentimiento, Ángela, por favor.

Gimió las lágrimas acumulándose en sus ojos.

No te sientas así.

Te amo, te amo más que a nada.

Por favor, de déjame arreglar esto.

Dime qué hacer.

Ella tomó aire, luchando por mantener la calma, pero todo su cuerpo temblaba.

Se aferró al volante sintiendo que la vida se le escapaba de las manos.

Lo voy a contar todo.

Se lo diré a mi papá.

Oíste, le diré todo lo que me hiciste.

Amenazó su voz temblando de rabia, porque nadie, Nadie, merece esto.

Voy a asegurarme de que sepa lo que eres capaz de hacer.

Cristian sintió un nudo en la garganta.

Sabía lo que significaba la relación de Ángela con su padre, el respeto Y la admiración que sentía por él.

Si ella se lo decía, sería el fin.

Su familia nunca lo perdonaría, Ángela.

No, por favor, no lo hagas.

Yo te amo, te lo juro, por favor.

Ella soltó un suspiro largo y profundo, casi como si estuviera exhalando todo el dolor de su alma.

Tú no sabes lo que es el amor, Cristian.

Su voz era susurro, vacío y desolado, porque si supieras lo que es, no me habrías hecho esto.

No me habrías dejado así rota y vacía.

Ya no siento nada.

No sé si mi corazón sigue ahí.

Ya no sé si funciona.

Cristian lloró en silencio sin saber qué más decir.

Sabía que había perdido, que ella ya no estaba al alcance de su voz, había ido demasiado lejos y no había vuelta atrás, pero aún así no podía dejarla ir.

Ángela susurró.

Por favor, no me dejes.

Hubo un largo silencio, solo interrumpido por el sonido del motor del auto y el llanto sofocado de ella.

Finalmente, Ángela inhaló con fuerza y su decisión resonó como un trueno en el aire.

Creo que ya Nunca podré sanar, Cristian.

La herida que me has hecho es demasiada profunda.

Ojalá nunca me hubieras hecho esto.

Ojalá nunca te hubiera amado.

Ojalá nunca te hubiera conocido.

Fui una ingenua.

La noche parecía oscurecerse aún más mientras la llamada seguía abierta, como un hilo frágil que unía a Cristian nodal y Ángela Aguilar a través de un océano de emociones desgarradoras.

Ángela respiraba con dificultad, su pecho subía y bajaba mientras las lágrimas corrían por su rostro.

Las luces de la carretera pasaban como destellos borrosos a su alrededor, pero su mente estaba en otro lugar, atrapada en la maraña de dolor y desesperación que Cristian había dejado en ella, Para qué seguir luchando?

Cristian murmuró de repente con la voz rota y cargada de un vacío que la piel.

Después de lo que me hiciste, ya ni siquiera tengo ganas de seguir en esta vida.

Cristian sintió que su corazón se paralizaba.

Tragó saliva sintiendo un nudo en la garganta tan grande que apenas podía respirar.

No digas eso, Ángela, por favor, mi amor, No hables así le suplicó su voz, quebrándose bajo el peso del miedo.

Pero Ángela no parecía escucharlo.

Sus ojos, nublados por las lágrimas, miraban a la carretera como si no la vieran, como si estuviera atrapada en un lugar muy lejano de allí.

Ya no quiero cantar ni bailar, continuó ella la voz.

Apenas un susurro cargado de angustia.

Ni amar ni odiar nada.

Ya no tengo ganas de nada, Cristian, para que vivir con tristeza.

Para qué Cristian sintió que el alma se le encogía.

Ella no estaba bien, algo estaba muy mal y él era el culpable.

Todo lo que había hecho, todo el daño que le había causado, la había llevado a este mismo oscuro del que él no sabía cómo sacarla.

Quiso decirle algo, gritarle que no estaba sola, que podían arreglarlo.

Pero antes de que pudiera abrir la boca, Ángela soltó un grito desgarrador, un grito que le heló la sangre.

Para que vivir así.

Dime para qué.

Gritó con todas sus fuerzas.

Y entonces un sonido brutal y ensordecedor resonó a través del teléfono: un estallido, un crujido metálico, El sonido del Vidrio rompiéndose y un golpe sordo que lo dejó sin aliento, Ángela.

Cristian gritó con desesperación, sus manos temblando, mientras aferraba el celular con fuerza.

Ángela, Qué pasó, Ángela?

Su voz era un rugido de pánico, pero no hubo respuesta.

Solo el sonido de estática y luego silencio.

El corazón de Cristian se detuvo Por un segundo que le pareció eterno.

El teléfono seguía conectado, pero no se escuchaba nada.

Sintió el alma salir de su cuerpo.

Cristian estaba tan conectado a Ángela Aguilar que él mismo sintió el golpe que Ángela recibió.

Algo terrible había pasado.

Podía sentirlo en lo más profundo de su ser.

Ángela, Respóndeme, por favor.

Gritó con todas sus fuerzas, pero el único sonido que le devolvió la llamada fue el pitido intermitente de la línea cortada.

En ese instante, su madre, Cristina, que estaba junto a su hijo con el rostro pálido y el alma en vilo, lo agarró fuerte en sus brazos.

Había visto la desesperación en el rostro de su hijo, el pánico que se reflejaba en sus ojos.

Algo horrible había sucedido?

Qué pasó?

Qué le pasó a Ángela? preguntó su voz.

Apenas un susurro asustado, Cristian dejó caer el teléfono, temblando de pies a cabeza.

El miedo le recorría el cuerpo como un veneno helado.

Su pecho se apretaba con tal fuerza que apenas podía respirar.

Mam susurró y mir hacia ella con los ojos desorbitados.

Mamá, Tenemos que irnos.

Algo terrible le ha pasado a Ángela.

Cristina se puso pálida, su corazón palpitando con una fuerza dolorosa.

Nunca había visto a su hijo así tan perdido, tan aterrado, sin hacer preguntas, sin perder un segundo, lo tomó del brazo y lo sacudió suavemente.

Vamos, hijo, dime por dónde le urgió.

Y antes de que pudiera responder, ya lo estaba empujando hacia la puerta con las llaves del auto temblando en su mano.

Yo yo creo que sé por donde fue balbuceo Cristian, su mente funcionando A mil por hora, intentando recordar cada detalle de la llamada, cada palabra que ella había dicho.

Sabía que Ángela había tomado la carretera que salía de su casa, la misma que conectaba con la autopista.

Si había seguido ese camino, no estaba lejos.

No podía estar lejos sin pensarlo.

Dos veces corrieron el coche.

Cristian apenas sentía sus piernas.

Era como si estuviera Atrapado en una pesadilla de La que no podía despertar todo su ser.

Gritaba que debía llegar hasta ella, que debía encontrarla.

Antes de que fuera demasiado tarde subieron al auto y antes de que Cristina pudiera siquiera abrocharse el cinturón, Cristian ya estaba acelerando, con el pie aplastado contra el pedal.

El motor rugió y el coche salió disparado hacia la oscuridad de la noche.

Dime, hijo, hablaba con la voz, sus manos aferradas al asiento.

Qué pasó, qué escuchaste?

Cristian no apartaba la vista de la carretera, con los ojos fijos en el camino, como si su vida dependiera de ello, porque en, realidad la vida de Ángela dependía de eso.

El dolor en su pecho era tan fuerte que apenas podía hablar.

Estábamos hablando.

Empezó su voz, ronca y cargada de lágrimas No derramadas.

Ella, ella estaba estaba diciendo que no quería seguir su voz.

Se quebró, un soso escapó de sus labios y luego gritó.

Mamá, gritó, y y escuché un golpe, un estallido, como si como si se hubiera estrellado.

Las manos de Cristina volaron a su boca ahogando un grito de horror.

No podía ser, no podía ser que estuvieran tan cerca de perderla.

No así, no de esta manera, Dios mío, murmuró ella las lágrimas nublando sus ojos.

Tenemos que encontrarla.

Cristian no dijo nada, Solo pisó el acelerador con más fuerza.

El coche volaba por la carretera, las luces pasaban a su alrededor en un Destello borroso.

Sus manos temblaban sobre el volante.

Sus pensamientos eran un caos de pánico y dolor.

Por favor, Ángela, aguanta.

Susurraba una y otra vez como una plegaria desesperada.

Aguanta mi vida, aguanta.

Y entonces la vio a lo lejos.

Un parpadeo de luces rojas y azules iluminaba la carretera.

El corazón se le detuvo al ver los destellos de una ambulancia y un par de patrullas de policía.

El coche de Ángela estaba allí destrozado en el costado de la carretera, volcado sobre un lado como una marioneta rota.

El otro vehículo, un auto negro, también estaba hecho añicos con el capó humeando.

Dios mío, no gritó Cristian frenando bruscamente y saltando del auto antes se detuviera por completo.

Su madre corrió tras él los ojos llenos de Lágrimas mientras ambos se lanzaban hacia la escena del accidente.

La policía intentó detenerlos, pero Cristian gritaba y empujaba con una fuerza desesperada.

Es ella es mi novia.

Vocifero con la voz desgarrada.

Déjenme pasar, Déjenme verla, pero las palabras de los oficiales se perdían en el aire.

Todo lo que podía ver era el cuerpo inmóvil que los paramédicos acaban con cuidado del coche destrozado.

Ángela murmuró cayendo de rodillas en el suelo con el rostro empapado en lágrimas, y el mundo de repente se detuvo.

Pues bien, Esto es todo lo que sabemos hasta.

Ahora.

Parece ser que ahora la que está ingresada es Ángela Aguilar.

Os mantendremos al tanto en cuanto sepamos más sobre su estado crítico.

Recordad: nunca conduzca el auto cuando no estéis bien.

Emocionalmente, uno no conduce bien.

Recuerda, suscríbete y dale me gusta Si te ha parecido.

Ha pas p mna manan nah re p Man p 9, ame tu, ame to ere u u u to ere pana pana pana ere m y.

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