Todo parecía ir bien.

Nadie estaba animando a Ángela, dándole consejos para superar las críticas y enfocarse en su felicidad, pero de pronto soltó algo que dejó a Ángela helada.

Ángela, no te quejes tanto al final, le quitaste el marido a casu cómo crees que reaccionó Ángela.

Lo que comenzó como una plática de apoyo terminó encendiendo la chispa del coraje en Ángela, quien, al colgar, no podía creer lo que acababa de escuchar.

La pregunta ahora es: nadie tenía razón Al decirle eso o cruzó una línea que no debía.

Si piensas que Nadia simplemente estaba siendo honesta y tenía un buen punto, Dale me gusta ahora.

Nadia Ferreira, con su característico toque de calidez y empatía, decidió hacer Esa llamada que llevaba días considerando.

Quería hablar con Ángela.

Sabía que las críticas y la presión estaban pesando sobre ella.

Mar se lo había contado y Nadia, que conocía de primera mano lo que era estar en el ojo del huracán, sentía que podía ayudar.

Tomó su celular, buscó el número y marcó la llamada.

No tardó en conectar.

Hola, contestó Ángela, su voz cansada, como si las palabras pesaran.

Ángela, soy yo, Nadia, Cómo estás, preguntó con Tono amigable, casi como una hermana mayor preocupada.

Hubo un breve silencio antes de que Ángela respondiera, un poco sorprendida por la llamada, pero agradecida de escuchar una voz familiar.

Hola, Nadia.

Pues aquí estoy revisando los números de los últimos conciertos, pero la neta, si te soy honesta, No tengo ganas de hacer nada.

Me siento, pues, como sin pilas.

Ya sabes, Nadia, percibiendo el cansancio emocional en cada palabra, respondió con comprensión.

Híjole, Ángela, te entiendo perfecto.

Cuando la vida se pone pesada, ni ganas de levantarte, verdad.

Pero cuéntame cómo anda el ánimo, cómo te sientes de verdad, corazón, Ángela, soltó un suspiro largo, como si, por fin, alguien le estuviera dando permiso de sacar lo que llevaba dentro.

Pues mira, Nadia, con todas las críticas de la gente, lo que se dice en redes y sobre todo lo de casu, la verdad es un verdadero desmadre.

Trato de no pensar en eso, pero no es tan fácil.

Es como si el ruido de los demás no me dejara en paz.

Nadia dejó escapar un mmh reflexivo antes de contestar.

Sabía exactamente lo que Ángela estaba enfrentando.

Híjole, Ángela, Qué complicado.

Pero déjame decirte algo: no está sola.

Mira, A mí también me pasó algo muy parecido cuando Mark y yo hicimos pública nuestra relación nombre.

La gente se puso como loca.

Era una lluvia de críticas y burlas.

Nos atacaban con todo y, para colmo, la gente no perdonaba ni tantito.

Parecía que no más estaban esperando a que fallásemos, cómo le hiciste para salir adelante, Nadia.

Nadia sonrió del otro lado de la línea recordando esos momentos difíciles, pero también el crecimiento que había obtenido de ellos.

Mira, Ángela, No fue fácil, pero Mark, con toda su experiencia en estos temas, me dijo algo que se me quedó grabado: a quien le das tu atención, le das tu poder, y tenía toda la razón.

Así que tomé una decisión: no iba a dejar que los comentarios de gente que ni me con no se me definieran.

Ignoré las redes, dejé de leer lo que decían y simplemente me enfoqué en lo que importaba: mi vida con Mark, nuestra relación y lo que estábamos construyendo juntos.

Créeme, Ángela, con el tiempo todo volvió a su lugar.

La gente encuentra otro chisme y te dejan en paz.

Ángela asintió, Aunque nadie no podía verla, y su voz sonó un poco más esperanzada.

Eso Que dices tiene mucho sentido, Nadia.

Es difícil ignorar todo lo que se dice, pero creo que tienes razón.

No puedo seguir dándoles tanta importancia.

Nadie sonrió contenta de sentir que sus palabras estaban ayudando exactamente.

Ángela, además, tienes un talento enorme, cantas, precioso.

No puedes dejar que el ruido de afuera apague lo que eres.

Eres una chingona y tienes que creerlo.

No permitas que nada ni nadie te ve eso, Ángela dejó escapar una leve risa, como si algo dentro de ella empezara a relajarse.

Gracias, Nadia.

De verdad necesitaba Escuchar algo así.

Te agradezco muchísimo.

Creo que voy a seguir tu consejo y dejar de preocuparme tanto por lo que no puedo controlar.

Nadie sintió un alivio sincero en las palabras de Ángela.

Eso es, Ángela, paso a pasito, Pero, créeme, lo vas a Y recuerda, no estás sola.

Aquí me tienes para lo que necesites, ya sabes, aunque sea para echarnos un chisme o tomar un cafecito.

Ángela rió más genuinamente esta vez, sintiéndose mucho más comprendida.

Muchas gracias, Nadia.

De verdad eres un amor.

Creo que hablar contigo era justo lo que necesitaba.

Para eso estamos corazón y mira, sigue adelante con tu música.

Eso es lo que da vida y lo que todos amamos de ti.

No dejes que nada te desvíe de tu camino.

Va que va, Va que va, Nadia.

Gracias.

Otra vez.

La conversación entre Nadia y Ángela había fluido bien Hasta el momento, pero Nadia, siempre observadora y empática, percibió que todavía quedaba algo en el aire.

Sabía que, para que Ángela realmente pudiera avanzar, había un tema que necesitaban.

Nadie respiró hondo, consciente de que podía tocar una fibra sensible.

Oye, Ángela dijo con cuidado y con kasu qué tal van las cosas.

El efecto fue inmediato.

Ángela, que hasta ese momento había estado algo más relajada, se tensó.

Su respuesta salió disparada, casi sin pensar mal.

Nadie la odio.

No la quiero ver, no la quiero escuchar, nada de nada.

Esa mujer se pasa el día tirándome indirectas, criticándome, Buscando cómo fastidiarme.

Es insoportable, dijo su tono lleno de frustración y rabia.

Nadie se quedó en silencio por un momento digiriendo la intensidad de las palabras de Ángela.

Quería manejar la situación con tacto, Así que habló despacio, midiendo sus expresiones: Uf.

Ángela, si que está pesada, la cosa, eh, dijo, intentando empatizar.

Pero mira, déjame decirte algo, sin que te lo tomes a mal.

Entiende que desde su perspectiva, pues le quitaste al novio.

No, no es que te esté juzgando, ni mucho menos, Pero ponte a pensar como ha de sentirse.

También yo puedo entenderte a ti, pero trato de ponerme en sus zapatos y Híjole.

Seguro, ella también la está pasando mal, Ángela.

Frunció el seño.

No le gustaba que alguien, aunque fuera Nadia, tratara de justificar a caso.

Respondió casi con una mezcla de enojo y resignación.

Mira, Nadia, la verdad Lo siento, pero las cosas simplemente se dieron así.

Yo no fui tras ella ni lo planeé.

Surgió, sabes, Cristian y yo nos conectamos, y pues ya.

Pero tampoco es mi culpa que ahora ella se la pase buscándome pleito.

Nadie asintió comprendiendo el punto de Ángela, pero no dispuesta a dejar de lado el consejo que sentía que debía dar.

No, no, Ángela, no me malinterpretes.

No estoy diciendo que te pongas a buscarla para disculparte, ni nada de eso.

Solo quiero que veas que si sigues cargando Ese odio, quien termina más desgastada Eres tú, No ella.

El coraje consume Y ahorita.

Lo que tú necesitas es enfocarte en lo que te hace feliz.

Déjala a un lado, que la vida le que dará lo que le toque Tú.

Preocúpate por lo tuyo.

Ángela, se quedó en silencio unos segundos tratando de calmarse.

Finalmente suspiró profundamente.

Eso intentaré, Nadia, pero la neta sigo odiándolo.

Puedo con ella, te lo juro.

La veo y me hierve la sangre.

No la soporto.

Ni siquiera sé por qué me afecta tanto, pero Uf es.

Es como si cada cosa que hace me cayera peor que la anterior.

Nadia soltó una risa suave tratando de aligerar el ambiente.

Ángela, lo que pasa es que la tienes muy presente y eso le da poder sobre ti.

Has oído eso de el enemigo al que ignoras se desespera.

Haz eso, corazón.

Si te enganchas, solo le estás regalando tu energía.

Mejor, inviértelo que te haga sentir bien.

Ponte a componer, a cantar, a crear.

Eso es lo tuyo, y nadie lo hace como tú, Ángela.

Ró un poco, Aunque su tono seguía reflejando lo mucho que la situación la afectaba.

Tienes razón, Nadia, pero es que cuesta un chingo.

A veces siento que ella está ahí solo para hacerme la vida imposible y la neta.

Soy bien rencorosa, Me cuesta soltar las cosas.

Nadie respondió con un tono más firme, pero sin perder la calidez.

Mira, Ángela, ser rencorosa no te lleva a nada.

Bueno, te lo digo porque yo también soy así de pronto, pero aprendí que si te aferras a ese coraje, terminas cargando con algo que no es tuyo, y eso es un desperdicio de energía.

Mejor, úsala para seguir brillando, para demostrar porque estás donde estás.

Tú eres grande, Ángela, y tienes todo lo necesario para salir adelante.

Ángela asintió, aunque aún le costaba admitir.

Voy a intentarlo, Nadia.

De verdad lo voy a intentar, pero no te prometo que deje de odiarla pronto, porque Híjole me pone de mala solo de pensar en ella.

Nadie rió contagiándose poquito a poquito.

Nadie dijo que sería fácil, pero tú puedes, Ángela.

Finalmente sonrió con una mezcla de alivio y determinación.

Gracias, Nadia, tienes toda la razón.

Voy a intentarlo y si me desespero, Ya sé que puedo llamarte para desahogarme eso.

Aquí estoy siempre Ángela, para lo que necesites va.

Ambas rieron y pidieron con cariño.

Nadia colgó sintiéndose satisfecha de haber ayudado, mientras que Ángela, Aunque todavía cargaba algo de coraje, sentía que tenía un camino más claro.

Quizás, con el tiempo y algo de esfuerzo, podría liberarse de ese peso y enfocarse en lo que realmente importaba.

Cuando Ángela colgó el teléfono por un instante se quedó en silencio mirando el dispositivo en su mano.

Su rostro, al principio neutral, empezó a tensarse.

Lentamente, frunció el ceño y sus labios se apretaron en una fina línea.

Dejó el celular sobre la mesa con más fuerza de la necesaria y cruzó los brazos intentando contener el torrente de emociones que empezaba a desbordarse.

Pero no pudo.

Quién demonio se cree esta para decirme que le fui infiel?

Soltó de repente su voz, quebrándose entre el enojo Y el dolor.

Se levantó del sillón de golpe, como si no pudiera permanecer sentada.

Un segundo más, comenzó a caminar de un lado a otro por la sala apretando los puños.

Su respiración acelerada.

Pero será gorda esta Nadia?

Con qué derecho viene a soltarme eso en la cara, como si fuera su problema bruño, sintiendo Como cada palabra que pronunciaba avivaba la rabia que le quemaba el pecho.

Ten empatía por casu, empatía por favor.

Y quién tiene empatía por mí.

Eh, nadie.

Su voz retumbaba en el vacío de la habitación y su eco parecía alimentar su Furia.

Se detuvo frente a la ventana mirando hacia la calle, pero su reflejo en el vidrio la devolvió a su tormenta interna.

Golpeó el marco de la ventana con la palma de la mano, frustrada consigo misma.

Qué estúpida, Ángela.

Por qué no le dijiste nada, se recriminó.

Su voz quebrada. sentía un nudo en la garganta, pero no podía llorar.

No podía permitirse eso.

No ahora.

Por qué te quedaste callada como una idiota, dejando que te hablara así?

El recuerdo de las palabras de Nadia resonaba como un martillo en su mente.

Tienes que entenderla, Ángela.

Le quitaste al novio, le quitaste al novio.

Repitió su voz un susurro cargado de Sarcasmo.

De repente, soltó una risa amarga, casi histérica.

Por Dios, quién me la cree? tan perfecta como si la vida fuera tan simple.

Gritó, golpeando el respaldo del sillón con ambas manos.

La frustración no disminuía, hasta al contrario, parecía crecer con cada segundo.

Cada palabra que no había dicho, cada respuesta que no había dado se acumulaba en su pecho, haciéndola sentir pequeña, indefensa, y eso la enfurecía aún más.

Dio un paso hacia el sofá Y tomó un cojín, apretándolo con fuerza contra su pecho.

Esta pendeja se aprovechó de mi debilidad, de mi vulnerabilidad.

Para soltarme esas estupideces, exclamó, arrojando el cojín al suelo, con un gesto dramático, Qué quería e hacerme sentir más de lo que ya me siento.

Sus ojos se llenaron de Lágrimas, Pero no eran de tristeza.

Eran de impotencia, esa mezcla amarga de emociones que no sabía Cómo manejar.

Nadie no sabe nada.

Gritó esta vez su voz, rompiéndose como si la rabia empezara a dar paso a algo más profundo.

Nada.

Cómo se atreve a venir con sus consejos baratos, con su vida perfecta y su novio famoso, qué sabe ella de lo que yo estoy pasando?

Se dejó caer de rodillas frente al sofá, sosteniéndose la cabeza con ambas manos.

La habitación parecía girar a su alrededor y la opresión en su pecho crecía con cada respiro.

Las lágrimas finalmente comenzaron a correr por sus mejillas.

Aunque no lo admitiera, no es justo.

Susurró, esta vez en un tono más bajo, casi inaudible, pero el enojo seguía ahí, Ardiendo como un fuego lento que no podía Apagar.

No es justo.

Yo no pedí esto.

No pedí enamorarme de Cristian, No pedí todo este maldito drama.

El eco de sus palabras llenó la habitación como si hasta las paredes reflejaran su sufrimiento.

Levantó la mirada con los ojos hinchados por las lágrimas y soltó un gemido ahogado.

No puedo más.

No puedo seguir aguantando esto, Dijo entre sosos, golpeando el suelo con el puño.

El contacto apenas amortiguado por la alfombra no alivió en absoluto su dolor.

Estoy harta, harta de todo, de las críticas, de las miradas, de las malditas comparaciones con ella.

Su mente volvió a las palabras de Nadia: enfócate en lo que te hace feliz.

Pero en ese momento todo lo que Ángela sentía era que no había felicidad.

No Mientras casu la gente, y ahora nadie, parecieran tener algo que decir sobre su vida.

Enfocarme en mi felicidad repitió con Sarcasmo, limpiándose las lágrimas con la manga de su sudadera.

Cómo, Nadia, Cómo si cada persona en este mundo está esperando a que me caiga, ah, y, y, y, y, y, P y i.