La estrella de los Dodgers, Freddie Freeman, continúa siendo uno de los pilares ofensivos del equipo. Pero en el fondo del dugout, el mánager Dave Roberts enfrenta una decisión complicada que lo mantiene despierto por las noches: cómo manejar el futuro de Freeman en medio de un plantel que rejuvenece y busca renovarse sin sacrificar resultados.
Freeman: El bate confiable, el líder silencioso
Desde su llegada a Los Ángeles en 2022, Freddie Freeman ha sido sinónimo de consistencia. Con promedios de bateo que superan el .300, defensa impecable en la primera base y una actitud ejemplar dentro y fuera del campo, muchos consideran que el veterano es el alma del equipo.
Sin embargo, en la temporada 2025, la narrativa ha comenzado a cambiar ligeramente. Freeman, de 35 años, ha mostrado una leve baja de poder, y en algunos juegos se ha visto superado por lanzadores jóvenes y veloces. Esto no significa que haya dejado de rendir, pero ha abierto un debate inevitable:
¿Es hora de darle más espacio a los jóvenes en la alineación titular?
La presión de un roster en transformación
Con el surgimiento de talentos como Michael Busch, Miguel Vargas y la posible llegada de prospectos estrella como Diego Cartaya y Andy Pages, el roster de los Dodgers comienza a rejuvenecerse. La directiva parece apostar por una mezcla de experiencia y juventud, pero la posición de primera base —y el corazón del orden al bate— siguen ocupados por Freeman.
Según reportes internos, Dave Roberts enfrenta una de las decisiones más difíciles de su carrera:
¿Debe comenzar a reducir los turnos de Freeman o cambiar su rol en la alineación?
“Dave respeta profundamente a Freddie, pero sabe que el momento de transición está cerca,” afirmó una fuente cercana al clubhouse.
“No quiere crear fricciones, pero debe pensar en el futuro inmediato del equipo.”
Opciones sobre la mesa para Roberts
Para el cuerpo técnico de los Dodgers, ninguna solución es sencilla. Algunas de las posibilidades que se están considerando son:
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Rotación parcial con bateador designado (DH): alternando a Freeman con otros jugadores para reducir carga física.
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Bajarlo en el orden ofensivo (pasar del 2º o 3º puesto al 5º o 6º).
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Limitar su tiempo de juego en series contra lanzadores zurdos dominantes.
Cada una de estas decisiones sería delicada, no solo por lo que representan en lo deportivo, sino por el simbolismo de modificar el rol de una figura tan influyente en el vestuario.
La afición, dividida pero emocionalmente vinculada
Freeman se ha ganado el cariño de los fanáticos de los Dodgers no solo por su rendimiento, sino por su actitud profesional y su conexión con la comunidad de Los Ángeles. Por eso, cualquier intento de reducir su protagonismo genera reacciones fuertes.
En redes sociales como X (antes Twitter), se pueden ver dos tendencias claras:
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#TeamFreeman: “Freddie sigue siendo nuestro MVP. Déjenlo tranquilo.”
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#FuturoDodger: “Es hora de pensar a largo plazo. No podemos quedarnos en el pasado.”
Los comentaristas deportivos también están divididos. Algunos consideran que Freeman debe mantener su puesto sin discusión, mientras otros argumentan que los Dodgers no pueden darse el lujo de ser sentimentales en una liga cada vez más competitiva.
Conclusión: ¿Corazón o estrategia?
La situación de Freddie Freeman representa más que una decisión táctica: simboliza el momento exacto en que un equipo glorioso empieza a cambiar de piel. Para Dave Roberts, es una disyuntiva entre la lealtad y la visión a futuro.
Y como él mismo ha dicho en más de una rueda de prensa:
“No hay decisiones fáciles cuando se trata de campeones.”
Por ahora, lo único seguro es que Dave Roberts no está durmiendo tranquilo.