Boston, MA — Lo que comenzó como un gesto humilde de generosidad por parte de la estrella de los Boston Red Sox, Rafael Devers, terminó convirtiéndose en uno de los momentos más emocionales de su vida.
Devers visitó de forma discreta un hospital de rehabilitación en Boston, donde residen personas discapacitadas y en situación vulnerable. Llegó con bolsas llenas de regalos: ropa, juguetes, gorras de los Red Sox, y cartas escritas a mano para animar a los pacientes.
“Fue increíble verlo”, comentó la enfermera María Gómez. “No solo vino a entregar regalos, sino que se tomó el tiempo de hablar con cada paciente, de escucharlos, de darles cariño.”
Pero la visita dio un giro inesperado.
Mientras recorría una de las alas del hospital, Devers se detuvo bruscamente frente a una habitación. Dentro, acostado en una cama médica, se encontraba su tío materno, a quien no veía desde hacía años. Junto a él, estaba una prima que ahora depende de una silla de ruedas tras un accidente reciente.
Según testigos, el rostro de Devers cambió de inmediato. “Se quedó en shock”, relató un voluntario. “Sus ojos se llenaron de lágrimas. Entró a la habitación, los abrazó y no se soltaron por varios minutos.”
Devers, conmovido, pasó el resto de la tarde con sus familiares, hablando, llorando, y prometiendo que esta vez no volvería a perder el contacto.
Aunque el pelotero pidió que el momento no se hiciera público, la historia se difundió rápidamente por redes sociales, donde miles de fanáticos lo elogiaron por su humanidad y sensibilidad.
“No solo es un crack en el campo. Es un ejemplo fuera de él”, escribió un aficionado en Twitter. “Rafael Devers demostró que el corazón vale más que cualquier jonrón.”
Mientras se prepara para otra temporada con los Red Sox, Rafael Devers ya ha ganado algo aún más valioso que un campeonato: el respeto y el cariño de miles por un acto de amor que nació del dolor y terminó en unión familiar.