En un mundo donde los titulares a menudo se centran en escándalos y controversias, una historia de Houston les recuerda a los fanáticos lo que significa ser humano y cómo el béisbol todavía tiene el poder de hacer llorar a la gente.
Michael Torres, fanático de toda la vida de los Astros de Houston y padre soltero de dos hijos, se encontró en una situación difícil el mes pasado. Con sus horas en el taller de reparación de automóviles recortadas y el alquiler inminente, su hija Elena, de 7 años, llegó a casa de la escuela con lágrimas en los ojos. ¿La razón? Sus zapatos se estaban cayendo a pedazos y sus compañeros de clase habían comenzado a burlarse de ella.
Michael hizo lo que muchos ni siquiera considerarían: entró en su armario, sacó su carpeta de preciadas tarjetas de béisbol de los Astros y tomó una decisión que le rompió el corazón. Los vendió, incluido un autógrafo de novato de Topps Alex Bregman de 2017, su tarjeta favorita, por $3200 para cubrir lo esencial y comprarle a Elena un nuevo par de zapatillas.
“Sentí que estaba regalando una parte de mí mismo”, dijo Michael. “Pero al día siguiente llegó a la escuela con la cabeza en alto. Eso hizo que valiera la pena”.
Sin embargo, lo que ocurrió después no sólo conmocionó a Michael, sino a todo el vecindario.
Una semana después, alguien llamó a la puerta de su casa. Cuando Michael la abrió, se quedó sin palabras.
Parado afuera, con una sudadera gris de los Astros y sosteniendo una bolsa de papel llena de Whataburger, no estaba otro que el propio Alex Bregman.
“Me enteré de lo que hiciste”, dijo Bregman. “Y quería traerte el almuerzo y algo más”.
Lo que siguió fue nada menos que un milagro.
Bregman le entregó a Michael un reemplazo firmado de cada tarjeta que vendió, incluida una tarjeta de novato de edición limitada que ni siquiera estaba en circulación. Luego se volvió hacia Elena, se arrodilló y le entregó una caja envuelta con los colores de los Astros.
¿Adentro? Un par de zapatillas personalizadas, bordadas con su nombre y el logotipo de los Astros, y la firma de Bregman cosida a lo largo del talón.
Pero no había terminado.
Invitó a la familia a ser invitados de honor en el próximo partido en casa de los Astros, con pases de campo, acceso al dugout y un primer lanzamiento ceremonial para Elena. “Ahora sois parte de la familia de los Astros”, les dijo Bregman.
¿Y en el fondo de la bolsa? Un sobre doblado.
En su interior: un cheque por 15.000 dólares y una nota de Bregman que decía:
“Michael: tu sacrificio por tu hija es el tipo de liderazgo que admiro. Aquí tienes algo que te hará la vida un poco más fácil. Ya has logrado el verdadero éxito”.
Michael rompió a llorar. Elena también. Lo mismo hizo media calle.
Desde entonces, la historia se ha vuelto viral y fanáticos de todo el país elogian a Bregman por su silencioso y poderoso acto de bondad.
Un fan tuiteó:
“Alex Bregman no sólo reemplazó las tarjetas. Restauró la dignidad. Eso es más grande que el béisbol”.
En una época en la que los atletas profesionales suelen ser criticados por no estar en contacto, esta historia demuestra que algunos de ellos todavía están prestando atención y dando un paso al frente de la manera más humana y sincera.
A veces las jugadas más importantes del béisbol ocurren lejos del diamante.
Y a veces, los vítores más fuertes provienen de un porche en Houston.