La Fórmula 1 no deja de generar terremotos fuera de la pista, y esta vez el epicentro tiene nombre y apellido: Jack Doohan. El joven piloto australiano ha presentado una demanda formal contra su antiguo representante, Flavio Briatore, por lo que él mismo califica como una “traición flagrante”. El motivo: la sorpresiva promoción del argentino Franco Colapinto al entorno de Alpine, en detrimento del propio Doohan, quien se perfilaba como el principal candidato a heredar un asiento en la escudería francesa para 2026.

Según fuentes cercanas al piloto y documentos filtrados en las últimas horas, la demanda alega que Briatore utilizó su posición de influencia dentro de Alpine para favorecer directamente a Colapinto, rompiendo los acuerdos de representación previos y bloqueando activamente las negociaciones que Doohan había iniciado con otros equipos. La situación se ha vuelto aún más explosiva al saberse que Briatore firmó recientemente un contrato de asesoría con Alpine, lo que refuerza las sospechas de conflicto de intereses.

La tensión entre Doohan y Briatore venía gestándose desde principios de esta temporada. Doohan, piloto reserva de Alpine y con un historial destacado en la F2, esperaba su salto a la F1 como parte natural del proceso. Sin embargo, en las últimas semanas, Colapinto —quien milita en la F2 con resultados consistentes pero sin títulos aún— comenzó a recibir una atención inusual por parte del equipo francés, incluyendo sesiones privadas en el simulador de Enstone y reuniones con ejecutivos clave.

La gota que colmó el vaso fue la publicación de una imagen en redes sociales en la que se ve a Briatore cenando con ejecutivos de Alpine y el padre de Colapinto en Mónaco, horas después de que Doohan fuera excluido de una sesión de pruebas privadas. Poco después, medios argentinos comenzaron a circular rumores sobre una inminente promoción de Colapinto como tercer piloto para 2025, algo que muchos consideraron un movimiento simbólico hacia un contrato oficial de carrera en 2026.
La respuesta de Doohan no se hizo esperar. En un comunicado difundido por su equipo legal, el australiano acusa a Briatore de “acciones deliberadas y malintencionadas que perjudicaron gravemente su carrera deportiva”, así como de “haber negociado a espaldas de su representado con fines personales y financieros”. La demanda no solo exige una indemnización millonaria, sino que también solicita que Briatore sea excluido de cualquier actividad contractual relacionada con Alpine.
El caso ha encendido el debate en el paddock. Algunos insiders ven esta situación como una señal clara de que Alpine atraviesa una crisis de liderazgo y falta de dirección. “No es normal que un piloto tenga que demandar a su propio representante por verse desplazado de un programa que él ayudó a construir”, declaró un miembro anónimo del equipo técnico de Alpine. Otros, sin embargo, defienden a Briatore, señalando que la promoción de talentos emergentes forma parte de la naturaleza competitiva del deporte.
La figura de Colapinto, aunque hasta ahora mantenida al margen del escándalo, también comienza a generar controversia. Mientras en Argentina celebran su posible llegada a la élite del automovilismo, en Europa hay voces que cuestionan la rapidez con la que ha escalado posiciones dentro de Alpine, insinuando que su ascenso responde más a maniobras políticas que a méritos puramente deportivos.
Lo cierto es que esta nueva tormenta en el mundo de la F1 podría tener consecuencias duraderas. La imagen de Briatore, ya marcada por escándalos anteriores como el “Crashgate” de 2008, vuelve a estar en el ojo del huracán. Jack Doohan, por su parte, enfrenta un momento crucial en su carrera: alejado por ahora del entorno de Alpine, busca ahora reconstruir su camino en la máxima categoría sin el respaldo que creía tener asegurado.
El caso ya ha sido admitido por un tribunal deportivo en Suiza, y se espera que los primeros testimonios comiencen a recogerse en junio. Hasta entonces, el paddock seguirá dividido entre quienes ven en esta demanda una rebelión legítima de un talento traicionado, y quienes la consideran una jugada desesperada en una guerra de poder silenciosa que lleva años gestándose dentro del universo F1.