Atentos al bombazo, porque lo que ocurrió el 8 de octubre fue una terrible disputa.

En la fiesta de cumpleaños de Ángela Aguilar y Cristian nodal se llevó una tremenda bofetada por Ángela Aguilar.

La Prensa lo está ocultando por petición de Cristian nodal.

Presta mucha atención, porque lo que les voy a comunicar es espantoso.

Pero, antes de todo, si también piensas que Cristian nodal está arriesgando su vida por el vicio de beber alcohol, Dale, me gusta y suscríbete ahora.

Gracias, empecemos.

El Palenque de Jalisco vibraba de emoción.

Las luces reflejaban destellos dorados sobre el público mientras la multitud se entregaba a la música y el ambiente festivo.

Angela Aguilar, resplandeciente en un vestido rojo que complementaba la intensa decoración de la noche, se encontraba junto a Cristian nodal en el centro del escenario, donde un templete circular adornado con un mar de rosas rojas la destacaba como la reina de la velada.

El gigantesco número 21 en letras rojas brillaba detrás de ellos y una alfombra escarlata cubría el suelo, dando un toque de sofisticación y pasión al evento.

Cristian la miraba con esa intensidad que solía desarmarla con una sonrisa que parecía iluminar aún más el ambiente.

Alzó su copa de champán y le dedicó unas palabras al micrófono.

Feliz vuelta número 21 al sol.

Vida mía.

La voz de Cristian se elevó por los altavoces del lugar, retumbando en cada Rincón.

El público estalló en vítores y aplausos.

Ángela sonrió de inmediato sintiendo la calidez de la frase, pero algo en su mente se atasc Por un segundo las mismas palabras dónde las había escuchado antes.

El sonido de los fuegos artificiales llenó el cielo mientras la noche Se teía de destellos brillantes.

Todos alrededor parecían estar en el mismo estado de júbilo que ella debería sentir, pero esa pequeña punzada de inquietud la dejó pensando cuando la ovación se apagó y el momento de la Euforia dio paso a Una atmósfera más íntima.

Cristian se acercó a Angela rozando con delicadeza su mejilla con el dorso de su mano.

Te gustó la sorpresa, preguntó.

Con esa mezcla de seguridad y ternura que la hacía siempre sentirse especial, Ángela parpadeó intentando descifrar la bruma que se arremolinaba en sus pensamientos.

Aún así, sonrió y asintió.

Me encantó Cristian.

Es más de lo que hubiera imaginado, dijo, y se inclinó para darle un suave beso en los labios.

Al separarse.

Lo miró fijamente a los ojos, pero Cristian sonó familiar.

Cristian parpadeó.

Su expresión permaneció Serena, pero hubo un breve titubeo en su mirada, algo casi imperceptible.

Familiar.

Repitió lentamente, como si no comprendiera del todo.

Sí, no sé por, qué, pero me recordó a algo insistió Angela.

Observándolo con más atención, él se rascó la barbilla, sonriendo con un toque de nerviosismo que intentó disimular.

Bueno, mi vida, a veces uno repite cosas sin darse cuenta, pero te aseguro que esta noche, y esas palabras son solo para ti, dijo.

Envolviéndola con sus brazos y besando su frente, Angela se relajó un poco deseando creerle.

Sin, embargo, Había algo en su tono que la hizo dudar.

Lo conocía lo suficiente para distinguir sus emociones, y ese ligero parpadeo al final de su frase le Indicó que no estaba siendo completamente sincero.

Antes de que pudiera profundizar más en sus pensamientos, Pepe Aguilar, su padre, se acercó con una amplia sonrisa.

Su presencia imponente y la cálida energía que traía consigo la ayudaron a sacudirse la inquietud.

Mi niña exclamó alzando una copa de vino en su dirección.

No sabes lo orgulloso que estoy de ti.

Feliz cumpleaños, Ángela.

Gracias, papá, dijo ella con cariño, envolviéndolo en un fuerte abrazo.

Cristian se apartó ligeramente, dándole espacio para compartir ese momento con su familia.

La música se reanudó y la fiesta continuó con el mismo entusiasmo, pero la mirada de Angela volvía a Cristian de vez en cuando, buscando algo que él parecía empeñado en ocultar a lo lejos.

Escuchó el sonido del mariachi, comenzando con las notas de su canción favorita, la que Cristian siempre le cantaba en los momentos más especiales.

Él le sonrió, invitándola a bailar.

Mientras lo hacía, Ángela decidió dejarse llevar por.

El.

Momento.

Se aferró a la calidez de sus brazos, a la seguridad de su presencia, dejando que sus dudas se desvaneciera.

Noche no importa, se dijo a sí misma, cerrando los ojos mientras se acurrucaba más cerca de él.

Esta es mi noche y Cristian es mi presente.

Lo demás, lo demás, no tiene por qué importarme.

Pero en el fondo, algo le decía que esa familiaridad, en las palabras de Cristian, no era una simple coincidencia.

Una pequeña sombra seguía flotando en su mente como un presagio que aún no lograba descifrar.

Feliz cumpleaños, mi amor, murmuró Cristian al oído.

Y esta vez susurró algo que ella no esperaba.

Gracias vida, respondió Angela suavemente, mirándolo a los ojos, tratando de leer lo que había en ellos.

Prometo que haré que cada vuelta al Sol contigo sea única, añadió él acariciando su cabello.

Y aunque Angela sonrió y lo besó nuevamente, en su corazón seguía vibrando esa pequeña, inquietante duda.

Ángela se dirigió al baño, despidiéndose brevemente de los familiares y amigos que la rodeaban.

La celebración era maravillosa.

La música, las luces, las risas.

Todo parecía sacado de un sueño, pero a pesar de estar rodeada de tanto cariño.

Necesitaba un momento a solas.

La intensidad de la noche y el champán comenzaban, a pesar, Así que decidió que un pequeño respiro en el baño sería suficiente para recuperar el equilibrio.

Entró en el cubículo cerrando la puerta.

Suavemente se acomodó y suspiró, disfrutando de unos minutos de Soledad.

Mientras estaba sentada, sacó el teléfono y empezó a revisar sus mensajes y redes sociales.

Como era su costumbre, había felicitaciones de amigos, mensajes de fans deseándole lo mejor y miles de comentarios en instagram.

Su dedo se deslizó por la pantalla con calma, sonriendo de vez en cuando ante las muestras de cariño de sus seguidores, Pero entonces una notificación de Instagram apareció en la parte superior de su pantalla.

Era un mensaje directo de un fan.

Sin pensarlo mucho, Angela hizo clic en la notificación.

Al abrirlo, su corazón se detuvo Por un instante.

El mensaje contenía una captura de pantalla y un breve texto.

Ángela, viste esto.

Qué raro Es igualito.

Cristian le dijo lo mismo acaso el año pasado.

Cara de sonrojo, la sorpresa la golpeó como un balde de agua helada.

Miró la imagen detenidamente.

Era una publicación de una cuenta de Seguidores acompañada de varias fotos.

Una de ellas mostraba a Cristian concu en un evento similar, con las mismas rosas rojas, la misma alfombra, el mismo decorado.

Incluso el templete circular era idéntico.

Pero lo que realmente la dejó sin aliento fue el texto en la imagen.

Feliz vuelta al Sol, mi amor.

Eran las mismas palabras exactas que Cristian le había dicho esa noche.

No murmuró Angela un nudo formarse en su garganta.

La incredulidad le recorrió el cuerpo de arriba a abajo, seguida por un frío intenso que pareció adueñarse de sus sentidos.

La cabeza le daba vueltas mientras el aire en el pequeño cubículo parecía volverse pesado e irrespirable.

No podía apartar los ojos de la imagen.

El mismo gesto cariñoso, el mismo ramo de rosas, la misma mirada intensa que siempre había pensado que era solo para ella.

Pero no lo era.

Qué está pasando susurró con la voz rota un torrente de emociones, se arremolinado, dolor, rabia, decepción y una amarga sensación de traición.

Las lágrimas empezaron a nublar su visión, pero las contuvo apretando la mandíbula con fuerza.

No quería llorar, no en su cumpleaños, No en medio de su propia fiesta.

Había sido todo Una mentira.

Era ella solo una más en la lista de Cristian, un reemplazo de la anterior.

El enojo comenzó a ganar terreno.

Se levantó bruscamente, respirando con dificultad mientras intentaba procesar lo que había visto.

Las manos le temblaban, pero determinada, salió del cubículo.

Apenas pudo coordinarse para abrocharse el vestido con manos temblorosas y limpió sus Lágrimas con Furia.

Miró nuevamente la foto antes de apagar el celular y respiró hondo.

No, no voy a permitir que esto me destruya, se dijo a sí misma con la voz.

Apenas aud abrió la puerta del baño con decisión y caminó rápidamente hacia la salida.

El retumbar de la música y las voces se fueron haciendo más fuertes a medida que avanzaba.

Todo el mundo parecía estar pasándola de maravilla, ajeno al tornado de emociones que azotaba a Angela por dentro.

Pero ella no estaba para seguir con la sonrisa falsa.

Necesitaba respuestas y las necesitaba.

Ahora.

Ángela avanzó decidida a través de la multitud.

Su Furia crecía con cada a paso.

La gente se apartaba a su alrededor.

Algunos notaron su expresión y murmuraban, pero no les prestó atención.

Lo único que veía era a Cristian

En medio del escenario improvisado, encima de una mesa de madera

, agitando una botella de tequila en la mano como si fuera un trofeo.

La risa estruendosa de su marido resonaba por encima de la música y la forma en que bebía sin detenerse la hizo sentir un profundo asco.

El hombre que ella amaba y admiraba se comportaba como un extraño alguien sin control, sin respeto.

Baja de ahí.

Ahora mismo, gritó Angela su voz, cortando el aire Como un cuchillo.

Tenemos que hablar, borracho.

Ya me cansé.

Las miradas de todos los presentes Se volvieron hacia ella.

Al instante, un silencio sepulcral cayó sobre la fiesta, solo interrumpido por el ritmo sordo de la música.

En el fondo, la gente empezó a murmurar, preguntándose qué estaba ocurriendo.

Cristian se tambaleó en la mesa.

Su sonrisa ampli se torció en una expresión de desconcierto.

Qué pasa, mi amor? dijo estirando los brazos con la voz arrastrada por el alcohol.

Tienes que disfrutar de la fiesta, añadió soltando una carcajada descontrolada, Angela sintió un torrente de emociones desbordarse dentro de ella antes de darse cuenta.

Su mano voló hacia el rostro de Cristian con una fuerza que la sorprendió incluso a ella.

El impacto resonó en todo el salón y Cristian tambal, apenas manteniendo el equilibrio.

Disfrutar de la fiesta, gritó ella los ojos chispeantes de rabia.

Es esto lo que entiendes por disfrutar? eres un patético borracho.

Su voz estaba cargada de dolor y frustración.

Te burlaste de mí, de nuestro amor.

Con el teléfono aún en la mano, agitó la foto delante de él.

Esto es lo que significa para ti.

Yo soy solo una más un reemplazo.

Cristian, aún aturdido por el golpe, parpadeó lentamente intentando enfocar la vista en la imagen que ella sostenía.

El sonido de su risa se extinguió en sus labios.

De qué estás hablando, balbuceo?

Su tono cambió de jocoso a defensivo.

Qué es esto?

Es la misma escena, exclamó Angela su voz, resonando en la quietud del lugar.

Las mismas palabras, la misma de coración, el mismo maldito ramo de flores.

Le dijiste a casu lo mismo que me dijiste a mí esta noche.

Eres un mentiroso, Cristian.

El público los rodeaba en un círculo tenso.

La incredulidad pintaba los rostros de los invitados.

Algunos miraban a Cristian con desconcierto, otros con desaprobación.

La tensión era palpable.

La fiesta había pasado de un ambiente de celebración a una confrontación cargada de emociones.

En cuestión de segundos, eso no es cierto, replicó Cristian, levantando la voz, tratando de imponerse.

Cómo puedes pensar eso? te amo, Ángela.

Esto es por ti.

No, Cristian, Ángela.

Lo interrumpió temblando de la ira.

Esto no es por mí.

Es Solo otra de tus malditas actuaciones.

Copiaste todo, cada palabra, cada detalle.

Ni siquiera te molestaste en hacer algo especial para m m Cristian frunció el seño.

Su enojo comenzó a subir también.

No seas exagerada, Angela gritó, bajando de un salto torpe de la mesa y avanzando hacia ella con pasos inestables.

Solo fue una frase.

Acaso no puedo decirte algo bonito sin que me armes este numerito, un numerito, repitió ella con la voz cargada de amargura.

Esto no es un numerito, es mi vida, es nuestra relación.

Señaló la foto de.

Nuevo.

Te parece un numerito que trates a todas tus parejas igual? qué me haga sentir como una más, como si nada de esto fuera real.

Cristian abrió la boca para replicar, pero la furia en los ojos de Angela lo hizo detenerse.

Ella estaba temblando, sus puños apretados, y las lágrimas brotaron finalmente corriendo por sus mejillas.

El silencio a su alrededor era tan denso que el leve susurro de la música se sentía distante.

Irrelevante, eres, Eres un maldito egoísta, Cristian, sollo ella.

Pensé que todo esto era especial, que yo era especial para ti, pero ahora me doy cuenta de que solo soy otra más en tu lista.

Eso no es verdad, gritó él, pero sus palabras sonaban vacías, incluso para él mismo.

Si lo es, exclamó ella con desesperación, y no pienso seguir soportándoos, mujer que se queda al lado de un hombre que ni siquiera sabe lo que quiere.

No quiero ser una más de tus conquistas, Cristian intentó acercarse extendiendo las manos hacia ella, pero Angela se apartó bruscamente, retrocediendo un paso.

No te acerques, le advirtió su voz, ahora baja, pero cargada de una tristeza que parecía infinita.

No te atrevas a tocarme.

El silencio era total.

Los invitados apenas se movían paralizados por la escena, algunos de los músicos habían dejado de tocar, Mirando a la pareja con expresiones de pena y sorpresa.

De pronto, pepé Aguilar emergió de entre la multitud.

Su rostro Severo y preocupado avanzó rápidamente hacia su hija y se colocó Entre ella y Cristian.

Ya basta, dijo con firmeza, Mirando a Cristian con desaprobación.

Esto se acabó, Cristian.

Angela, tiene razón.

Cristian miró a Pepe confundido y enfadado.

Qué tú también, Pepe.

Esto es una locura.

Yo no hice nada malo.

Has hecho suficiente, replicó Pepe con voz grave.

No ves lo que te estás haciendo a ti mismo.

Mírate, estás destruyéndose Y destruyéndola a ella.

En el proceso, señaló la botella de tequila que aún colgaba de su mano.

El alcohol te está matando, Cristian, y si no lo ves, lo verás pronto.

Cristian se quedó en silencio, mirándolo con los ojos entrecerrados.

La rabia se desinfló lentamente en su rostro, dejando solo una expresión de cansancio.

Qué Qué se supone que haga Pepe, preguntó su voz, apenas un murmullo.

Pepe Lo miró con compasión.

Ve a Tulum, Cristian.

Haz esas terapias de constelaciones familiares.

Deja el alcohol antes de que sea tarde, porque si no lo haces, vas a perderlo todo.

Cristian tragó saliva Mirando a Angela, quien ya no lo veía.

Sus ojos estaban fijos en algún punto lejano, llenos de Lágrimas y decepción.

Con un último soso ahogado, ella se dio la vuelta y salió corriendo del lugar.

El murmullo volvió lentamente entre los invitados, pero nadie se atrevió a moverse.

Cristian permaneció allí con la botella en la mano, sintiéndose como el hombre más solo del mundo, y entonces soltó la botella.

El sonido del Vidrio estrellándose contra el suelo resonó en todo el lugar, pero Angela ya no estaba para escucharlo.

Antes que nadie dijera nada, Cristian gritó fuertemente: escúchenme bien, no quiero que esto salga en la prensa ni en ningún lugar me oyeron.

Entonces Pepe Aguilar le agarró del hombre y le dijo: vamos, hijo, la fiesta se acabó.

Ángela salió corriendo del lugar.

Las lágrimas empañaba su vista, mientras su corazón l tía con fuerza descontrolada.

La noche que debía ser la más especial de su su vida se había transformado en un torbellino de decepción y dolor.

No miró atrás ni una sola vez.

Solo quería escapar del caos, de la humillación, de la mirada aturdida de Cristian y de las murmuraciones de la gente que había presenciado la pelea.

Las calles estaban en calma, un marcado contraste con el tumulto que sentía en su interior.

Finalmente se detuvo en un pequeño Jardín en la parte trasera del lugar, donde las luces del evento apenas alcanzaban a brillar, se dejó caer en un banco de piedra, abrazando sus rodillas mientras las lágrimas continuaban cayendo.

Era demasiado, todo se le estaba desmoronando, Ángela, la voz de su madre, anelis, llegó a ella con suavidad.

Ángela levantó la mirada con los ojos hinchados y enrojecidos.

Aneli se acercó con su expresión cargada de preocupación.

Se sentó junto a su hija y la envolvió con un brazo protector.

Qué pasó, mi amor? preguntó en voz baja, acariciándole el cabello.

Ángela tragó saliva, luchando por controlar el temblor de su voz.

La presencia de su madre la reconfortaba, pero también hacía que se sintiera vulnerable.

El dolor que había estado conteniendo se derramó en un torrente de palabras.

Mamá susurró con la voz rota.

No puedo más.

No sé qué hacer, no sé qué pensar.

Todo esto hizo un gesto Desesperado con las manos.

Creí que Cristian me amaba, que habíamos construido algo real, pero pero anelis frunció el seño y asintió, dándole espacio para continuar.

Sabía que su hija necesitaba desahogarse.

Hoy vi algo que me hizo dudar de todo.

Continuó Ángela, con amargura, levantando la mirada hacia el cielo estrellado, buscando respuestas que no encontraba.

Vi una foto de Cristian con con su ex, con kasu y mamá.

Era la misma escena, las mismas palabras, las mismas flores, todo igual.

Su voz se quebró de.

Nuevo.

Me hizo sentir como como si yo no significara nada, como si yo solo fuera otra en su lista.

Anelis respiró hondo, sintiendo el peso de las palabras de su hija.

Con delicadeza la giró hacia ella y la obligó a mirarla a los ojos.

Ángela, escúchame bien, cariño.

Dijo con voz suave pero firme: entiendo cómo te sientes, entiendo La decepción Y el dolor que te ha causado, pero necesitas ser honesta contigo misma y hacerte una pregunta importante: qué es lo que quieres tú?

Su tono se mantuvo constante, sin juzgar.

Quieres seguir luchando por alguien que te hace sentir así o quieres buscar una vida en la que te sientas completa y segura?

Ángela apartó la mirada, incapaz de sostenerle la vista, Pero lo amo, mamá.

La confesión salió en un susurro que, quebrado, a pesar de todo de sus errores, de lo que pasó esta noche, Lo amo.

El dolor en su voz era palpable y anelis lo sintió como una punzada en el pecho.

Cuántas veces había visto a su hija entregarse con el corazón en la mano, Esperando ser correspondida de la misma manera.

Ángela era intensa, apasionada, pero también ingenua.

A, veces, lo sé, mi amor, respondió su madre con tristeza.

Pero el amor no es suficiente cuando te hace sufrir.

Así, hizo una pausa, eligiendo sus palabras.

Con cuidado, Cristian.

Está en un momento difícil.

No está bien, Angela, lo sabes.

Está perdido en el alcohol, en su propia confusión, y no puedes salvarlo tú sola, no, cuando ni é mismo quiere salvarse.

Y Qué debo hacer? preguntó Ángela, con el tono desesperado de alguien aferrado a un borde resbaladizo: dejarlo abandonarlo.

No te estoy diciendo que lo abandones, respondió anelis con dulzura, tomando el rostro de su hija entre sus manos.

Pero si te digo que no puedes destruirte a ti misma en el proceso, tienes que pensar en ti, en tu futuro, en lo que quieres.

No puedes quedarte con alguien que no está dispuesto a cambiar solo porque lo amas.

Ángela cerró los ojos.

Las lágrimas caían libremente por sus mejillas, pero, mamá, si lo dejo, Quién va a ayudarlo?

Su voz sera Un lamento cargado de culpa.

Sé que es un desastre.

Ahora sé que está perdido, Pero no quiero que se hunda más.

Si lo dejo, no sé qué será de él y me aterra pensar que pueda perderlo para siempre.

Mi amor, anelis, la abrazó con fuerza.

No es tu responsabilidad salvarlo.

Esa es una decisión que él tiene que tomar.

Tú puedes apoyarlo, estar ahí para él, pero no a Costa de tu felicidad, no a Costa de tu propia Paz la sostuvo meciendo suavemente a su hija, como cuando era niña.

Tienes toda la vida por delante.

No la desperdicies por alguien que no sabe apreciarte de la manera que mereces.

Entonces debo irme, preguntó Ángela en un susurro, escondiendo el rostro en el hombro de su madre.

Creo que debes darte un tiempo.

Mi vida, dijo anelis con ternura: Tómate un tiempo para pensar, para decidir qué quieres y si Cristian de verdad te ama.

Si de verdad quiere estar contigo, entonces hará lo necesario para cambiar, para recuperarte, pero primero debe demostrarte que está dispuesto a luchar no solo por ti, sino también por él mismo.

Ángela szó aferrándose a su madre como si fuera su único ancla en un mar de confusión y dolor.

Las palabras resonaban en su mente.

El dilema la desgarraba.

Amaba a Cristian, pero también se amaba a sí misma, o al menos quería amarse a sí misma lo suficiente como para no permitir que alguien la arrastrara al Abismo con él.

Y si no cambia, preguntó con voz temblorosa, alzando la vista hacia su madre con una mirada llena de temor.

Entonces, mi amor, tendrás que ser lo suficientemente fuerte para seguir adelante sin él, respondió anelis con tristeza, besándole la frente.

Tendrás que dejarlo ir por más que duela.

Ángela cerró los ojos sintiendo el peso de la decisión que se avecinaba.

Qué futuro le esperaba con un hombre así, un hombre al que amaba con todo su corazón, pero que no dejaba de lastimarla con sus acciones.

Un hombre perdido en su propio caos, un caos que la consumía a ella poco a poco.

Finalmente, con un último suspiro ahogado, Ángela se apartó ligeramente de su madre y asintió.

Tienes razón, dijo en voz baja: necesito pensar, Necesito saber qué quiero y que futuro quiero construir.

Anelis sintió con una sonrisa triste acariciándole el cabello: te apoyo, pase lo que pase mi niña, estaré aquí para ti siempre.

Y con ese abrazo, Ángela sintió un pequeño rayo de Esperanza entre la confusión.

Quizás no sabía que iba a hacer, quizás todavía lo amaba, pero lo que tenía claro era que no iba a permitir que el amor la destruyera, al menos no de.

Nuevo.

Y hasta aquí la noticia.

Lo que realmente ocurrió el 8 de octubre.

Crees que Cristian conseguirá dejar de beber tanto o o volverá al hospital, se comportará mejor con Ángela Aguilar o le hará igualito?

Que acaso suscríbete y dale, me gusta, si te gustó esta información, que no encontraras en otro lugar.

Y hasta aquí la noticia.

Lo que realmente ocurrió el 8 de octubre.

Crees que Cristian conseguirá dejar de beber tanto, o volverá al hospital, se comportará mejor con Ángela Aguilar, o le hará igualito que acaso suscríbete y dale me gusta, si te gustó esta información, que no encontraras en otro lugar, ah.

I.