
Cuando Jonathan Loáisiga está sano, es como ver un coche deportivo deslizarse por el caos: suave, explosivo y con pleno control.
Nadie más en el bullpen de los Yankees aporta su combinación única de velocidad de alto octanaje, movimiento implacable y una serenidad implacable. Su sinker turboalimentado, de más de 90 millas por hora, no solo falla a los bateadores, sino que se desvanece de la zona como si tuviera mente propia.
Loáisiga ha sido durante mucho tiempo una de las armas más dinámicas del bullpen de los Yankees… cuando está disponible.
El virus de las lesiones vuelve a picar.
Su carrera ha sido una frustrante mezcla de brillantez y fracasos. Desde 2021, la última vez que superó las 50 entradas, las lesiones le han impedido ser la fuerza consistente que Nueva York necesita. La cirugía del tendón flexor del año pasado fue solo el último revés, dejándolo fuera de juego para el inicio de la temporada 2025.
Señales de vida en Tampa.
Pero hay un rayo de esperanza. Los Yankees anunciaron esta semana que Loáisiga ha comenzado una asignación de rehabilitación con la Clase A de Tampa, un pequeño paso que podría tener un gran impacto.
Jonathan Loáisiga
Más que un simple relevista.
Claro, su efectividad de 3.44 en su carrera luce sólida, pero eso no lo dice todo. Cuando está en su punto, Loáisiga es el tipo al que le entregas la pelota en los momentos más tensos: un destructor de jugadas y un freno al impulso.
Ahora mismo, el bullpen de los Yankees pende de un hilo. Recuperar la forma de Loáisiga podría ser el estabilizador que tanto necesitan: la diferencia entre apenas aguantar y cerrar la puerta de golpe.
Y en una temporada donde cada entrada cuenta, eso podría cambiarlo todo.