
En un partido con más giros inesperados que un pretzel en el Yankee Stadium, fue la sutileza del juego pequeño lo que finalmente disipó la tensión. Oswaldo Cabrera conectó un toque de sacrificio perfecto en la baja de la décima, llevando al corredor fantasma a tercera con precisión quirúrgica. Unos lanzamientos después, JC Escarra conectó un elevado lo suficientemente profundo como para llevarlo a home , sellando la victoria de los Yankees de Nueva York por 4-3 sobre los Padres de San Diego.
Este partido lo tuvo todo: dramatismo, jonrones, maestría táctica y una buena dosis de agallas. Sin embargo, los Yankees salieron victoriosos y ganaron una serie muy reñida.
Los niños del regreso
Al principio, parecía que Dylan Cease podría inscribir su nombre en el club de los no hits. El abridor de los Padres dominó seis entradas, y entonces, ¡bum!, apareció Cody Bellinger. El toletero zurdo conectó su quinto jonrón de la temporada en la baja de la séptima, rompiendo el no hit y empatando el juego a uno (Jackson Merrill había abierto el marcador con un jonrón solitario en la cuarta). Fue la chispa que necesitaban los Yankees.

Los Padres, para no quedarse atrás, respondieron en la alta de la octava con dos carreras más para tomar ventaja de 3-1. Sin embargo, Trent Grisham tuvo unas palabras al respecto.
Grisham, saliendo de la banca como un giro inesperado, se dio la vuelta y se fue al jardín izquierdo en la parte baja de la entrada. Su jonrón de dos carreras, con Cabrera a bordo, empató el partido.
Doblarse pero no romperse: Devin Williams regresa
Con el bullpen de los Yankees sobrecargado, los aficionados contuvieron la respiración cuando Devin Williams subió al montículo en entradas extra, sobre todo considerando su inflada efectividad de 9.24. Fue como echar gasolina a un fuego latente.

Pero Williams hizo un numerito a lo Houdini. Empezó con fuerza, ponchando a Fernando Tatis Jr., pero luego la cosa se puso fea. Una base robada, una base por bolas y un pelotazo llenaron las bases. Aun así, de alguna manera, evitó que la casa se incendiara. Williams ponchó a Manny Machado y a Xander Bogaerts, este último víctima de un cambio de velocidad devastador que podría haber dejado a todos en el campo.
Max Fried vuelve a dominar silenciosamente
En medio del caos de las últimas entradas, Max Fried volvió a mostrar su discreta excelencia. Estuvo impecable durante siete entradas, permitiendo solo una carrera y cinco hits, sin conceder bases por bolas y abanicando a ocho. Su efectividad ahora es de un microscópico 1.05, y sus posibilidades de ganar el Cy Young se hacen más convincentes con cada salida.
Si Fried fuera músico, sería jazz: suave, controlado, siempre improvisando pero nunca desafinado.
Impulso creciente
Con esta valiente victoria, los Yankees mejoran a 21-16 y mantienen una ventaja de 2.5 juegos sobre los Medias Rojas de Boston en la División Este de la Liga Americana.