La tensión en Boston se ha desbordado oficialmente.

En lo que sólo puede describirse como una crisis organizacional en toda regla, la base de fanáticos de los Medias Rojas está en abierta revuelta después de que surgieron informes que vinculan al tercera base de los Astros de Houston, Alex Bregman, con Boston, justo cuando se rumorea que el toletero estrella Rafael Devers está en el bloque comercial en medio de disputas cada vez más intensas con el cuerpo técnico y la directiva.

Las frustraciones de Devers se desbordan

Fuentes cercanas al equipo confirman que Rafael Devers, la piedra angular de $120 millones de la alineación de los Medias Rojas, está cada vez más desilusionado con la dirección de la franquicia. Las fricciones entre Devers y los miembros del cuerpo técnico, supuestamente derivadas de problemas de comunicación, decisiones inconsistentes en la alineación y frustración por la falta de urgencia del equipo para competir, han llegado a un punto de ebullición. Para empeorar las cosas, el presidente del equipo, Craig Breslow, supuestamente no se ha comprometido cuando se le presionó sobre el futuro de Devers durante las reuniones internas, lo que alimentó aún más la incertidumbre.

Un informante describió el ambiente dentro de la casa club como “tóxico” y agregó: “Devers no siente que este equipo sepa lo que está haciendo. Quiere ganar, y no está convencido de que nadie arriba lo sepa”.

La bomba de Bregman

Luego vino el bombazo.

Justo cuando los fanáticos comenzaban a digerir la posibilidad de que Devers pudiera ser movido, ya sea antes de la fecha límite de cambios o después de la temporada, dependiendo de cómo se desarrolle el récord del equipo, se filtró un informe sorprendente: los Medias Rojas están explorando un acuerdo para Alex Bregman.

Sí, ese Bregman. El dos veces All-Star. La cara del escándalo del robo de señales de los Astros. El jugador Red Sox Nation ha sido abucheado sin piedad durante años. Ahora, de repente, los altos mandos de Boston lo están considerando como un posible sucesor de Devers o, peor aún, un socio en una reestructuración de alineación que no tiene una lógica clara.

La reacción de la afición fue inmediata y volcánica.

Los fanáticos estallan y exigen un cambio

Las plataformas de redes sociales estaban envueltas en furia. #FireBreslow y #KeepDevers comenzaron a ser tendencia en cuestión de horas. Se vieron pancartas de protesta afuera del Fenway Park, y los foros de fanáticos se iluminaron con llamados para el despido de todos, desde Breslow hasta el gerente Alex Cora y la propiedad misma. Muchos fanáticos ven la medida no solo como sorda, sino casi como una traición.

“¿Cambiar a Devers y reemplazarlo con BREGMAN? Eso no es sólo una mala gestión, es GUERRA”, escribió un fan enfurecido en X (anteriormente Twitter).

Algunos fanáticos incluso comenzaron a organizar una huelga planificada durante la estadía en casa de esta semana si la oficina principal no brinda claridad o control de daños rápidamente.

Incertidumbre en el aire

Lo que hace que esta situación sea aún más precaria es que el propio Bregman también se encamina hacia la agencia libre. Los Astros, que han tenido problemas con la consistencia esta temporada, tal vez estén buscando deshacerse del antesalista en lugar de arriesgarse a perderlo por nada. Pero si Boston, un equipo que ya está lidiando con problemas de química, introduciría a Bregman en este ambiente combustible es una pregunta que incluso algunos en la organización supuestamente se hacen con alarma.

Mientras tanto, Devers no ha comentado públicamente, pero los conocedores creen que se siente profundamente traicionado por los Medias Rojas, incluso considerando la posibilidad de reemplazarlo en lugar de construir a su alrededor. Un agente cercano a la situación dijo sin rodeos: “Si lo cambian, Boston se convierte en una zona prohibida para las estrellas en la agencia libre. Punto”.

Se acerca el punto crítico

Los Medias Rojas ahora enfrentan un momento decisivo. O reafirman su compromiso con Rafael Devers, reparan las relaciones fracturadas dentro de su casa club y calman a una base de fanáticos furiosos, o se inclinan hacia el caos, tiran los dados contra Bregman y corren el riesgo de alienar el corazón mismo de la franquicia.

En una ciudad como Boston, con su rica historia del béisbol y sin paciencia para el fracaso o la disfunción, esto rápidamente podría pasar de dramático a desastroso.

La dirección puede pensar que están jugando al ajedrez. Pero para los fanáticos, esto parece una ruleta rusa: el futuro de la franquicia está en juego.